Atribución: qué es, ejemplos de manifestación, tipos, significado

Polémica

El término «atribución» se utiliza en diferentes campos del conocimiento y puede adoptar distintos significados. Por ejemplo, en la ley de derechos de autor, esta palabra denota la indicación del autor de una obra al citarla. Hoy vamos a hablar de la atribución como un fenómeno psicológico que consiste en atribuir a un objeto diversas propiedades que parecen lógicas dado el conocimiento existente sobre él, pero que no siempre se corresponden con la realidad.

¿Qué es la atribución?

Desde el punto de vista de la psicología, la atribución es la atribución de determinados motivos, intenciones, emociones y otras características a un objeto social (individuo o grupo). En términos simples, es la «construcción» de una imagen haciendo suposiciones que parecen lógicas dado lo que ya se sabe sobre el objeto. Esto sucede porque la integridad de la información es muy importante para nuestro cerebro. Mientras queden algunos «vacíos», el cerebro se siente incómodo y busca llenarlos.

El término “atribución” deriva del vocablo latino attributio, que puede traducirse como “atribuir”.

En psicología, la atribución comenzó a estudiarse activamente en la segunda mitad del siglo XX. La mayoría de los estudios sobre este fenómeno están asociados con los nombres de académicos como Keith Davis, Harold Kelly, George Kelly, Ernest Jones (estudiante y biógrafo de Sigmund Freud) y Heider Fritz, conocido por sus contribuciones a la psicología social y la psicología Gestalt. Originalmente, la atribución se consideraba un pequeño aspecto de la comunicación interpersonal. Pero gracias a estos estudiosos, hoy el concepto describe una realidad psicológica amplia y compleja que va mucho más allá de las relaciones interpersonales.

Ejemplos de manifestaciones

Para comprender mejor qué es la atribución, consideremos algunas situaciones en las que nos lleva a sacar algunas conclusiones sobre otros, que a menudo resultan erróneas.

Ejemplo 1. Un hombre con ropa sucia.

Imagínate que ves a un hombre con ropa sucia acercándose a un puesto de cigarrillos. Probablemente pensarías que es un borracho que está a punto de comprar los cigarrillos más baratos. Pero pide cigarrillos caros y algunos otros productos. Y cuando paga, notas un montón de billetes grandes en su billetera. Ahora te das cuenta de que se trata de un trabajador de la construcción o de la carretera común y corriente al que acabas de ver con ropa de trabajo sucia.

En este ejemplo, la atribución funciona dos veces:

  • Primero, se llega a una conclusión errónea sobre una persona basándose en su apariencia, se le hacen algunas características y se predicen sus acciones.
  • Luego aprendes hechos que refutan completamente la suposición anterior. Entonces corriges la característica de la persona, completándola con suposiciones que te parecen lógicas en vista de la imagen existente.

Ejemplo 2. ¿Sobrio o «irrespetuoso»?

Imagina que eres testigo de un encuentro entre dos amigos que no se ven desde hace mucho tiempo. Uno le sugiere al otro que vayan a un bar y tomen una cerveza allí, pero el otro se niega. Puedes concluir que la otra persona no está muy contenta con la reunión y quiere terminarla lo antes posible. Pero por la noche te encuentras con ese tipo en el gimnasio y te das cuenta de que está haciendo ejercicio, por eso rechazó la cerveza.

Aquí la atribución también funciona dos veces:

  • En primer lugar, tú, que no sabes nada sobre las personas ni sobre la relación entre ellas, asumes que el segundo amigo no quiere tomar una cerveza con el primer amigo porque no está feliz de conocerte.
  • Cuando descubres que practica deporte, encuentras una nueva explicación a la situación que presenciaste. Al hacerlo, no puede estar seguro de que ésta sea realmente la razón. Pero la atribución funciona de esta manera: te hace sacar conclusiones simples y creer en ellas.

Vale la pena señalar que en estos ejemplos, la corrección de caracterización está presente para mostrar más claramente cómo funciona la atribución. De hecho, es posible que no haya ninguna corrección. Debido a esto, las personas suelen conservar algunas ideas erróneas sobre conocidos que rara vez ven.

Tipos de atribución

En psicología social se acostumbra distinguir dos tipos de atribución: situacional (búsqueda de causas en circunstancias) y disposicional (búsqueda de causas en características personales). Consideremos cada uno de ellos con más detalle.

1. Situacional (externo)

Esta es la explicación de las acciones propias o ajenas por las circunstancias. Es decir, tanto el error como el éxito pueden explicarse por factores externos, la complejidad de la situación, la intervención de personas externas. Es importante tener en cuenta que la situación no tiene por qué ser necesariamente externa. Por ejemplo, un individuo puede explicar su error por factores como mala salud, fatiga o falta de sueño.

2. Disposicional (interno)

Esta es la explicación de las acciones propias o ajenas mediante rasgos de personalidad. Muchas personas tienen una tendencia pronunciada a ignorar los factores externos mientras enfatizan demasiado los personales. Se manifiesta en características de percepción tales como:

  • incapacidad para comprender cuándo alguien actuó forzado, bajo presión de circunstancias;
  • mayor contenido en el habla de «términos disposicionales»: palabras que denotan cualidades personales (inteligente, trabajador, persistente, diligente, insolente, sin ceremonias, etc.);
  • ignorando la influencia del papel social;
  • Tendencia a interpretar las acciones de iniciativa de otras personas como una manifestación de rasgos personales en lugar de la influencia de factores motivadores externos.

De lo anterior, se podría concluir que cualquier atribución se reduce a una atribución causal, pero este no es el caso. La atribución en general tiene como objetivo hacer una imagen general de una persona y comprender mejor su mundo interior. Y la atribución causal tiene como objetivo explicar la causa de un evento, acción o resultado particular.

El significado de la atribución

En la psicología social moderna, la atribución se considera uno de los mecanismos clave de la percepción interpersonal. Este mecanismo es necesario para vincular rápidamente la realidad social con la experiencia vivida de un individuo, liberando así los recursos cognitivos en el cerebro. Al mismo tiempo, entre todos los procesos de atribución, los psicólogos están más interesados en la atribución causal: interpretar el comportamiento de otras personas y atribuir razones para sus acciones.

Una de las razones más importantes por las que los psicólogos están tan interesados en la atribución y la atribución causales en general es que interpretar el comportamiento de los demás nos dice mucho sobre los rasgos de personalidad de un individuo.

Desde una perspectiva evolutiva, la atribución es un mecanismo efectivo que simplifica y acelera la interacción social. Sin embargo, no funciona perfectamente, porque está sujeto a la influencia significativa de las proyecciones y la transferencia. Debido a esto, a menudo desarrollamos una comprensión falsa de los motivos de otras personas.

La interpretación del comportamiento de los demás está significativamente influenciada por el error de atribución fundamental. Se encuentra en el hecho de que tendemos a evaluar los factores disposicionales y situacionales de manera diferente. Cuando cometemos un error, lo atribuimos a influencias externas, mientras atribuimos la causa de los errores de otras personas a las características personales de quienes las hacen. Y viceversa, explicamos nuestro éxito por talento y esfuerzo, mientras que explicamos el éxito de otra persona por una coincidencia de circunstancias.

Un error de atribución fundamental

El concepto de atribución se asocia con una distorsión cognitiva tan conocida como el error de atribución fundamental. Su esencia es que tendemos a malinterpretar las razones de las decisiones, acciones, éxitos y fallas al subestimar o sobreestimar la influencia de los factores personales. Esto puede parecer un fenómeno bastante simple, pero no lo es. Combina una serie de características perceptivas como:

  • Falso acuerdo. Para cualquier observador, su propia opinión subjetiva parece ser la más precisa, equilibrada y correcta. Por lo tanto, espera que la mayoría de las otras personas compartan sus valores y puntos de vista. Si alguien actúa contrario a sus expectativas, lo atribuye a los rasgos de personalidad y las desviaciones de ese individuo.
  • Subestimando la importancia de lo que no sucedió. Tendemos a otorgar una importancia mínima a las decisiones que involucran la negativa a hacer ciertas cosas. Pero, de hecho, a menudo son más significativos que los que condujeron a las acciones reales.
  • Ignorando la posición de rol. Al evaluar las acciones de otra persona, es difícil evaluar qué impacto ha tenido su papel social si es diferente de las nuestras. Por ejemplo, es difícil para un hombre soltero comprender a un hombre casado y tener en cuenta todas las circunstancias que influyen en sus decisiones.
  • Sobreestimando la importancia de los hechos obvios. Las circunstancias son los «antecedentes», cuyos detalles no siempre son visibles. El individuo es el centro de atención. Entonces nos enfocamos en él y buscamos explicaciones en él.
  • La facilidad de construir correlaciones falsas. Nuestro cerebro es bastante «ingenuo», por lo que es fácil combinar diferentes rasgos de personalidad y creer que están interrelacionados y siempre presentes al mismo tiempo.
  • Locus de control. Esta es una característica individual de una persona, que muestra qué atribución usan con más frecuencia. Las internas prefieren personales, mientras que los externalistas prefieren situacionales.
  • Actor y sesgo de observador. Un observador externo ve la situación de manera diferente a un participante directo. Esto se explica por muchos factores: interés personal, diferente cantidad de información, diferentes «ángulos de visión» (para el actor, el objeto observado es la situación, y para el observador exterior, el propio actor).

Vale la pena señalar por separado que las peculiaridades culturales tienen un impacto significativo en la atribución. Por ejemplo, la cultura occidental se caracteriza por el individualismo, que promueve la atribución personal. La cultura oriental es más naturalmente colectivista, por lo que las personas allí tienden a hacer atribuciones situacionales.

Las investigaciones muestran que nos centramos principalmente en tres factores al hacer atribuciones:

  • Consenso. Esta es una medida de cuán típico creemos que es el comportamiento de una persona. Si creemos que todos se comportan de la misma manera en esas circunstancias, preferimos la atribución situacional, y si las acciones del individuo parecen fuera de lo común, preferimos la atribución personal.
  • Intencionalidad. Si la acción de un individuo parece deliberada, es más probable que la atribuyamos a motivos personales y es más probable que atribuyamos una acción inesperada a razones situacionales.
  • Consistencia. Si una persona se comporta de manera consistente, comenzamos a percibir todas sus acciones como una elección personal y, en el caso de acciones inconsistentes, pasamos a la atribución situacional.

Por supuesto, estos no son todos los factores. La atribución también se ve afectada por qué tan bien conocemos y percibimos en general al individuo que estamos evaluando. Por ejemplo, si una persona a la que consideramos responsable realiza un acto irresponsable, podemos suponer que lo hizo bajo la presión de las circunstancias o por falta de conciencia de las posibles consecuencias.

Conclusión

Desde una perspectiva de la psicología social, la atribución es un mecanismo importante que regula las relaciones interpersonales. Necesitamos comprender los motivos de los demás para poder predecir su comportamiento futuro. También necesitamos explicar nuestras propias acciones, éxitos y fracasos. Necesitamos esto para proteger nuestro Ego, autoafirmación, autoestima y más. Por tanto, la atribución es un elemento natural e integral de nuestra percepción, que nos proporciona armonía e integridad de la realidad circundante.